Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100023
Legislatura: 1872
Sesión: 11 de mayo de 1872
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 16, 106 a 110.
Tema: Sobre la enmienda del Sr. Eraso al proyecto de contestación al discurso de la Corona.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Montejo y Robledo): El Sr. Presidente del Consejo de Ministros tiene la palabra.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): No teman los Sres. Senadores que vaya a ocuparme hoy de la cuestión electoral, y mucho menos de la contestación al discurso de la Corona; pero he de decir algunas palabras, aunque prometiendo que serán las menos posibles, en respuesta a algunos cargos injustos y duros que el Sr. Eraso ha tenido por conveniente dirigir al Gobierno y a sus agentes: y más que a protestar contra esos cargos, me levanto para protestar contra los que ha dirigido la comisión del Senado, y digámoslo así, a todos sus compañeros.

Antes debo pedir perdón al Sr. Eraso y a todos los Sres. Senadores por no haber estado aquí desde el principio de la sesión; no ha sido mía la culpa, ni de mis compañeros. Era hoy el primer día de sesión después de la constitución del Congreso; era día de preguntas e interpelaciones: se nos había anunciado tantas, y tantas se nos han hecho, que no nos ha sido posible separarnos en los primeros momentos de aquel Cuerpo Colegislador, de otra manera, el Gobierno habría estado en su puesto desde el primer instante, y por mi parte con tanto más gusto, cuanto que siempre lo tengo en oír a mi amigo particular el Sr. Eraso. [106]

Según S.S., débese la pronta constitución del Senado a su patriotismo y al de los que a su lado están; porque de otra manera, las actas que han traído los señores Senadores son tan graves, están tan llenas de violencias y de arbitrariedades, que el Senado no se hubiera constituido tan pronto. Yo doy las gracias en nombre del Senado y de todos los Sres. Senadores al Sr. Eraso por su deferencia para con sus compañeros, y por su patriotismo, que es de agradecer en esta época en que tan poco patriotismo hay.

Supone el Sr. Eraso que se ha constituido tan pronto el Senado por la indulgencia de S.S. y sus compañeros. Se ha constituido porque no ha podido menos de constituirse, porque las actas que acreditan a los compañeros de S.S. como Senadores están perfectamente limpia y son perfectamente legales, lo cual prueba, Sr. Eraso, que el carácter general de las elecciones ha sido perfectamente bueno; porque si en un día o dos ha podido constituirse el Senado, ¿qué prueba esto, Sr. Eraso? Que las actas son buenas, que la elección ha sido buena, que la elección es perfectamente legal. Y eso se demuestra con un hecho evidente, concreto, contra los hechos que S.S. ha citado, y que en su mayor parte no han sido más que vulgaridades de oposición. Las actas son perfectamente legales, la elección de Senadores que arranca de la de Diputados es perfectamente legal: y si en un distrito o provincia de España ha habido esta o la otra violencia, esta o la otra arbitrariedad, eso no debe afectar en nada el carácter general de la elección, esos son achaques naturales de la libertad, de esa libertad tan deseada por este pueblo que todavía no ha aprendido lo bastante para saber conservarla. (Bien, muy bien.)

Venir aquí ahora a querer manchar una elección general, y querer echar sobre las actas de todos los compañeros de S.S. una mancha de arbitrariedad e ilegalidad, por unos cuantos hechos ocurridos (o más bien que ocurridos inventados) en una provincia o distrito, dispénseme S.S. que le diga que eso no es patriótico, y que al decir eso tampoco es S.S. deferente para con sus compañeros. Yo no quiero serlo tanto como S.S., y dispénseme; pero yo puedo decir a S.S. que de todas las actas de los Sres. Senadores que están presentes, todas me parecen buenas, muy buenas, todas me parecen mejores que el acta de S.S. y si las actas de los compañeros de S.S. no son buenas, ¿cómo será el acta de S.S., que no es tan buena como las de los demás?

Su señoría, después de un preámbulo extenso que yo no he tenido el gusto de oír (y lo siento), ha descendido a la especialidad de su enmienda, y ha dividido, digámoslo así, los cargos en que la funda en tres partes: antes de la elección, durante la elección y después de la elección.

Cargos que S.S. ha dirigido antes de la elección: variaciones de empleados, y licencias de algunos que no han podido ser trasladados o separados; y por cierto que no sé por qué el Gobierno se ha parado en esas pequeñeces, toda vez que, según S.S., el Gobierno ha separado a quien bien le ha parecido, separando, por ejemplo, al administrador de Palencia, o más bien, dándole una licencia que él no pedía. También es raro que el Gobierno haya adoptado ese medio respecto a ese administrador, cuando se dice que no ha respetado a ningún funcionario de España, y cuando, según el señor Eraso, los ha cambiado todos, separando o trasladando aquellos que no le eran favorables; y como el administrador de Palencia no le era favorable, no sé por qué S.S. ha tenido escrúpulo de decir que el Gobierno no se ha atrevido siquiera a trasladarle, sino que le ha regalado una licencia que el tal empleado no solicitaba.

Pues bien, puedo decir al Sr. Eraso que todos los empleados trasladados y separados durante el período electoral lo han sido dentro de la ley y sin quebrantarla; y si no lo han sido, ¿no tienen esos empleados medios de acudir contra quien los traslada y separa? ¿No está la ley electoral terminante? ¿Por qué no acuden? ¿A quién? A los tribunales. ¿Es que no quieren acudir a los tribunales? ¿Es que no tienen confianza en ellos? Pues la mayor parte son vuestros: ni un empleado ha sido por parte del Gobierno ni trasladado ni separado sin causa legítima y con las condiciones que para separación o traslación marca la ley electoral; y si no es así ¿entre tantos no hay ninguno que reclame su derecho? ¿No hay ninguno de esos empleados que haya acudido a quien la ley marca que se acuda, para reclamar su derecho a protestar contra las ilegalidades o arbitrariedades del Gobierno? ¿En qué país estamos, que no hay nadie que sepa hacer respetar su derecho? Si así lo creéis, este pueblo no es digno de la libertad; porque un país donde se supone que los ciudadanos no tienen valor o independencia para hacer respetar su derecho contra cualquiera que atente a él, ese país no es digno de la libertad; yo no tengo otro concepto más ventajoso de mi país.

Que el Gobierno ha mandado comisionados. La desgracia, Sr. Erasmo, la desgracia ha sido que no ha podido mandar más: ha mandado comisionados allí donde ha creído que el orden público podía alterarse, allí donde no se quería que el sufragio universal fuera verdad, allí donde se cohibía por todos los medios y de todas maneras la libre emisión del voto, ha mandado comisionados a hacer respetar la ley, a impedir que sucediera lo que sucedió en Riaza, que por no tener fuerza material para sostener la fuerza moral que le daba la ley, pasaron con el presidente de la junta de escrutinio y con la misma junta tales y tales cosas, que da vergüenza referirlas; pues sin respeto a la toga, sin respeto a la autoridad, sin respeto a la ley, recibieron a tiros a los comisionados de ciertos pueblos que llevaban sus actas, no dejándoles entrar en el local y obligando al juez a hacer un escrutinio mentira, toda vez que faltaban actas de los pueblos más importantes del distrito; siendo necesario que el comisionado volviera después con fuerza armada, con fuerza material, para restablecer la autoridad del poder judicial y volver por los fueros arrastrados. Si el Gobierno, repito, hubiera podido mandar comisionados y fuerza material a dichos puntos para que de esta manera respetasen la ley y la obedeciesen, no hubieran ocurrido las violencias que S.S. ha denunciado; violencias debidas, no a los comisionados, no a las autoridades, sino al fanatismo y a la pasión de que estaban dominadas las oposiciones.

¡Pero qué! ¿Esos comisionados han cometido arbitrariedades, delitos? Algunas noticias tiene de eso el Gobierno, y al momento ha mandado formarles causa en averiguación de lo que haya podido ocurrir. Pero aparte de eso, esas injusticias se cometían contra los comisionados del Gobierno, y se cometían por los mismos partidos de oposición, organizados, envalentonados, y que se prestaban mutua ayuda.

Que no lo han podido hacer; pero ¿lo han hecho? Pues si lo han hecho, dejemos a los tribunales que cumplan con su deber, y el comisionado que haya faltado al suyo, sufrirá el condigno castigo. [107]

Que se ha falsificado el censo en algunas partes. ¿Y qué tiene que ver con eso el Gobierno? Para probarlo citaba S.S. a Cádiz, y decía que en vez de haber tantos miles de electrones, sólo había 5000; me parece que fue ésta la cifra que dijo S.S., porque yo no lo sé. ¿Y por qué hace ese cargo S.S. al Gobierno? ¿Es el Gobierno quien puede remediarlo? ¿Está en las atribuciones del Gobierno remediar eso? Entonces es como dejar a la potestad del Gobierno variar el censo, o lo que es lo mismo, dejar en manos del Gobierno la potestad de hacer las elecciones como quiera. Este es el procedimiento electoral del Sr. Eraso. ¡Valiente teoría liberal ha sostenido S.S.! Que un Ayuntamiento forma un censo que no está bien hecho; que se quita a muchos electores. ¿Y qué? ¿Quiénes son los electores que no aparecen en el censo? Si tienen derecho a estar en él, ¿por qué no reclaman? ¿No encuentran apoyo en el juez? Pues que apelen a quien corresponda; porque siempre hay recursos para los que se crean lastimados en su derecho. ¿Qué quiere S.S. que haga el Gobierno en este caso? ¿Qué quiere S.S. que diga el Gobierno? ¿Quiere que el Gobierno, si se halla con un censo de 5000 electores debiendo ser de 17000, mande al Ayuntamiento que altere el censo y ponga los 12000 porque al Gobierno le acomode? Pues desde ese momento se reconoce el derecho al Gobierno, porque lo digan cuatro caballeros, o porque lo diga el Gobierno mismo, que un censo es alto, para rebajarle y formar otro a su gusto. ¿Es esa la teoría que tiene por buena S.S.? Pues a mí me parece muy mala. Derecho tenían los electores para reclamar, y si el Gobierno no los hubiera atendido, podrían haberse quejado.

Añadía S.S. que vino una reclamación de todos los partidos. No; la reclamación era de todos los partidos de la coalición llamada nacional, de los carlistas, de los republicanos, de los moderados y de los que no sé lo que son llamándose radicales, pero que hasta ahora como hecho práctico no son más que auxiliares de los carlistas, de los republicanos y de los moderados; vinieron en efecto los señores carlistas, moderados, republicanos, y no sé si algún radical, porque en Cádiz me parece que los radicales escasean, quejándose de eso, y el Gobierno ¿qué pudo hacer? Decirles que acudieran a los tribunales; porque si cada ciudadano acude al Gobierno, y el Gobierno se ha de encargar de reclamar en nombre de todos los ciudadanos que se quejan, seguro es que no tendría tiempo para otra cosa que para ocuparse de eso, sin poder atender para nada a los negocios que le están encomendados especialmente.

Pero, Sr. Eraso, ¡cuánto me asombra el oír a S.S. hacer hoy cargos al Gobierno porque ha separado empleados, porque ha mandado comisionados, porque ha variado el censo en algunas provincias, todo esto a favor de los candidatos adictos! Candidatos adictos, en contraposición de los oficiales que yo no admito; porque en efecto, no hay candidatos oficiales; hay candidatos adictos como los hay de oposición: los que quieren presentarse como adictos al Gobierno, están en su derecho a presentarse en este sentido, como lo están otros a presentarse de oposición; pero repito que no hay candidatos oficiales en el sentido de antes, en el sentido de que el Gobierno, y en su nombre sus delegados, hagan todo cuanto puedan, hasta injusticias, contra el candidato de oposición. En este sentido no ha habido candidatos oficiales. (Algunos Sres. Senadores de oposición se sonríen.) ¿Los ha habido? ¿Los hubo en las elecciones pasadas? A esto pido que me contesten los que se ríen. (Un Sr. Senador: Ninguno.) ¡Ah! porque en las elecciones pasadas erais vosotros candidatos adictos. (El Sr. Eraso pide la palabra.)

Esto es lo que me asombra; que los que fueron en las elecciones pasadas candidatos adictos, que los que fueron objeto de los mismos tiros, de los mismos cargos, de los mismos ataques de que hoy son objeto los candidatos adictos, vengan ahora, porque no son adictos, a creer todo eso que no creyeron y que rechazaron cuando ellos fueron los candidatos adictos. Y es tanto más raro en el Sr. Erasmo, cuanto que S.S. fue encargado por el Senado para defender a los candidatos adictos y al Gobierno, contra los cuales se dirigían los mismos cargos, exactamente los mismos que hoy ha hecho S.S. De aquí la extrañeza y el pasmo con que le he oído. Y cuenta, Sres. Senadores, que si puede haber algún fundamento en los cargos que se hagan hoy o que se hicieron entonces, me parece que en algún caso habría más verdad para los cargos de entonces que para los de hoy, pues para los cargos de entonces, Sr. Erasmo, a S.S. le consta el mucho trabajo que ocasionó el contestarlos, que duró la comisión de Actas mucho tiempo, tardando bastante el Senado en constituirse, mientras que ahora ha sido fácil la discusión, y el Senado se ha constituido brevemente, y han pasado las actas sin que ni una vez haya pedido la palabra ningún Sr. Senador en contra; y han hecho bien, porque no había motivo alguno para pedirla.

Vea, pues, el Sr. Eraso cómo no ha hecho bien S.S. en hacer esa impugnación, cuando tiene tantos medios y tantas ocasiones se le presentarán, que yo lo sentiré, de atacar al Gobierno; pero venir a aprovechar esta ocasión de las elecciones para hacer los mismos cargos que S.S. con tanto lucimiento rebatió tratándose de las pasadas, eso no me parece bien en S.S.

El Sr. Eraso se ha extendido luego en algunas consideraciones sobre lo ocurrido después de las elecciones, porque S.S. ha dividido su peroración en tres períodos: primero, antes de las elecciones; segundo, durante las elecciones; y tercero, después de las elecciones. Su señoría ha dicho respecto a los dos primeros, que ha habido coacciones por parte de las fuerzas adictas, por parte de los amigos del Gobierno, para lo cual supone S.S. llevada a cabo una circular que no ha citado. No sé si S.S. se referirá a una célebre que se supone dada por el Ministro de la Gobernación; si es a esa, S.S. que ha sido candidato adicto cuando se supone dada, sabrá si se puso en práctica. (El Sr. Eraso: Nunca he sido candidato adicto.) En las elecciones pasadas figuró S.S. como candidato adicto, y en tal concepto conversó conmigo muchísimas veces; y lo recuerdo con gusto, pues lo tengo a mucha honra siempre que S.S. conferencia conmigo. Y si no, al lado de S.S. hay quien no negará la calidad de candidato adicto entonces, y podrá decir si tuvo noticia de la aplicación de esa circular en ninguna parte, ni siquiera de su existencia. Pero no quiero hablar de esa circular, porque hay cosas que me repugnan por el origen que traen y la intención que tienen; me refiero al origen de la circular, y la mejor contestación que puedo dar a eso es el más solemne desprecio.

Pero S.S., pasando al período después de las elecciones, dice que ha habido Lázaros. ¿Cuántas veces tuvo S.S. que contestar a ese mismo cargo en las elecciones pasadas? ¿Cuánto no se habló de Lázaros en las elecciones últimas? Lo que hay es que entonces los Lázaros eran los radicales, y hoy son ellos los que cogen el argumento para atribuírselo a otros. Ni entonces ni [108] ahora ha habido Lázaros; y si ahora ha podido haber algunos, créame S.S., las oposiciones son las que los han resucitado, como ha sucedido en Riaza, que por querer resucitar un Lázaro hubo necesidad de hacer lo que se hizo, como se hizo en otras partes para impedir la resurrección, o mejor dicho, para destruir la que estaba hecha. Lázaro ha habido de la oposición, que resucitado sobre el candidato adicto, teniendo éste 1700 votos sobre su contrario. ¿Y sabe S.S. cómo resucitó? Pues se lo voy a decir a S.S.

Era un distrito de Cataluña, de aquella parte de Cataluña donde el fanatismo religioso obra más en ciertas masas, en esas masas siempre dispuestas a acoger la idea de D. Carlos. Pues bien; en ese distrito luchaba un candidato liberal de siempre, que ha hecho muchos sacrificios por la libertad, no diré más que S.S., que también los ha hecho grandes, pero tanto como S.S.: esa persona se presentaba allí como candidato adicto al Gobierno y enfrente del candidato carlista. La mayor parte de los Ayuntamientos eran carlistas, y el del pueblo donde había de verificarse el escrutinio lo era también, particularmente el alcalde, furibundo carlista. Se verificó la elección; y cuidado que, como he dicho antes, los Ayuntamientos en su mayor parte eran carlistas, el censo había sido hecho por ellos, y los de ese partido intervinieron en casi todas partes, de manera que si alguna violencia se cometió, y se cometió en efecto, fue por los carlistas, pues a pesar de eso, el candidato adicto, persona muy respetable y que ha sido varias veces Diputado, sacó 1700 votos de mayoría. Pero llegó el escrutinio, y el alcalde carlista no podía tolerar que fuese elegido y proclamado el candidato liberal, era necesario que fuera el carlista, y se fue a la hora designada a la junta de escrutinio. Por la ley debe presidir el acto el juez de primera instancia porque no es juzgado, y por consiguiente, debía presidir el acto el juez municipal. Y entonces dijo el alcalde:?No; donde está el alcalde no preside otra persona; yo soy la representación del juez, y además del Gobierno, y no puedo permitir que donde está el alcalde presida nadie.?

Le hizo presente el juez municipal que la presidencia le correspondía por la ley, y hasta se le leyó el artículo que así lo determina; pero el alcalde dijo que este era un atentado contra su autoridad, y le amenazó con llevarle a la cárcel si no salía inmediatamente del local, y efectivamente fue conducido a la cárcel. Protestaron los otros electores, y cuando todos hubieron salido, es decir, los amigos del Gobierno, quedando únicamente dentro los de oposición, mandó cerrar las puertas, y al cabo de una hora se abrieron, proclamando como Diputado electo al candidato carlista. Este sí que es un verdadero Lázaro; pero como es un Lázaro carlista, no le apena a S.S. nada, y anda buscando un Lázaro liberal para echarse sobre él.

Lo demás que ha ocurrido en Palencia y en Astudillo, yo no lo sé, Sr. Eraso, ni lo puedo saber todo; pero si en Astudillo ha habido infracciones de ley, eso no se lo niego a S.S., ni se lo puedo negar. Pues ¿no comprende S.S. que haciéndose la elección a la vez en 16000 puntos de España, en su mayoría pueblos pequeños, en los cuales no hay los elementos que necesita la autoridad para hacerse respetar y hacer a la vez respetar la ley; en muchos de los cuales no hay siquiera electores que sepan leer y escribir para constituir las mesas; que viven en la ignorancia más completa de las leyes y del derecho; cómo extraña S.S. que en muchos de esos puntos se cometan faltas de ley, se cometan arbitrariedades y violencias; pero violencias, arbitrariedades y faltas que no puede atribuir S.S. a este Gobierno, ni es justo atribuirlas a ninguno? Si allí donde el Gobierno tiene los medios para corregir los abusos en el acto, allí donde hay fuerza para sostener la ley y sostener a cada cual en su derecho; si allí se ve S.S. que el Gobierno no ha cumplido con su deber, acúsesele en buen hora, pero cuando el carácter general de las elecciones se presenta bien, como lo abona la pronta constitución de los Cuerpos Colegisladores, cuando las actas de los Sres. Senadores han venido en su inmensa mayoría, casi en su totalidad, completamente limpias, ¿cómo se atribuyen por S.S. al Gobierno esas faltas, esos defectos, esas arbitrariedades que hayan podido cometerse, muchas inconscientemente, aun contra la voluntad y sin intención por parte de muchos que las cometen por ignorancia? ¿Cómo quiere atribuir todo eso que pueda ocurrir al Gobierno ni a la política del Gobierno?

Pero yo le digo a S.S. una cosa: para hablarnos de esto, nos ha citado los abusos cometidos en unos cuantos pueblos, lo más en 16, en que no se han verificado las elecciones con una completa verdad legal; y para eso S.S. ha ido recogiendo todo lo que han dicho los periódicos de todas las oposiciones, y aun algo de lo que las oposiciones inventan; y aun así, admitido todo eso, yo digo que no vale nada, porque el carácter general de las elecciones es bueno, porque comparadas estas elecciones con otras que han tenido lugar en España, quedan muy bien paradas, y porque aun comparadas con elecciones análogas verificadas en otros países en circunstancias semejantes, el resultado es favorable en cuanto a la significación de nuestro estado de cultura y de libertad; porque yo le puedo decir a S.S. que tengo la estadística de los desmanes, de los desafueros y de las violencias, y hasta de las desgracias cometidas en las elecciones verificadas en Inglaterra y en los Estados - Unidos, y los Estados - Unidos e Inglaterra quedan muy por debajo de nosotros, pues en las elecciones nuestras no ha habido ni tantos desmanes, ni tantos cohechos, ni tantas desgracias como en aquellos países modelos de cultura y de libertad. Yo quiero hacer constar esto, y hacerlo constar muy alto, porque a juzgar por esa manera de amontonar cargos, violencias y desmanes a nuestro país, no parece sino que somos una excepción de la regla, y que esto es debido a nuestro carácter, a la falta de educación política, a nuestra poca ilustración y a nuestra falta de respeto a la ley y a las autoridades, y esto no es así, puesto que lo mismo sucede en todas partes; y deseo que no se vaya por esto a creer que nuestro país es el menos civilizado, en vista de sucesos que se abultan aquí por la pasión política, pero que son universales, porque países y pueblos muy liberales y muy civilizados, y en los que existen Gobiernos que S.S. cree más liberales que éste, los presencian sin alarma; pues me parece que tendrá al Gobierno inglés como más liberal que el actual, y más liberal también el de los Estados - Unidos. Y como S. SS. creen que la libertad es patrimonio exclusivo de S. SS. y que solo cuando está el poder existe la libertad, y no la hay ni puede haberla cuando no lo ocupan; y como se tienen además por ser Gobierno verdaderamente liberal, creo yo que S. SS. suponen que somos menos liberales que el Gobierno de los Estados - Unidos y el de Inglaterra, y deseo hacer constar que no es exacto.

Pero aun hay más, señores: yo voy a dar a S.S. [109] esta satisfacción: este Gobierno, menos liberal que los Gobiernos de Inglaterra y de los Estados - Unidos en la opinión de S.S., ha presenciado unas elecciones; no las ha dirigido, porque el Gobierno no ha hecho más que procurar la conservación del orden e impedir que las oposiciones, tal como se presentaban, fueran un obstáculo a la libre emisión del sufragio, fueran un obstáculo a la libre manifestación de la opinión pública. Eso le ha costado mucho trabajo; ha tenido grandes desvelos, aunque por fin lo ha conseguido, y el país ha manifestado su opinión, que no ha sido ciertamente favorable a esa coalición tan natural, tan lógica, tan sencilla como S.S. la ve, y sobre todo, tan liberal.

Pues bien: el Gobierno español ha presidido esas elecciones, en las cuales ha habido menos desmanes, menos tropelías y menos desgracias que en las presididas por el Gobierno de Inglaterra, y aun en las llevadas a cabo por el Gobierno de los Estados - Unidos. Yo quiero hacer aquí esta manifestación, porque si no se hiciera, y a los cargos que nos ha dirigido el Sr. Eraso no se pone el necesario correctivo, podría creerse que el Gobierno español, solamente por ser Gobierno español, no procura estar a la altura de su misión con el mismo ahínco, con el mismo afán con que procuran los Gobiernos de otros países estar a la altura que les corresponde; y además, haciendo esta manifestación, podrán convencerse todos de que este país no es tan desgraciado como se cree, como se demuestra observando que en las elecciones pasadas no se han visto cosas más extraordinarias de las que han ocurrido en otros países que se tienen por muy liberales.

Por lo demás, yo me proponía hablar bastante menos de lo que he hablado: lo siento por la molestia que habré podido causar al Senado. Como han de venir cargos por el estilo de diferentes lados de la Cámara, yo me reservo para entonces el contestar a todos los que se hagan en este sentido y en todos los demás que quieran hacérsele al Gobierno. Si algo he dejado de decir al señor Eraso, lo diré también entonces, porque tengo mucha satisfacción en contestarle y en discutir con S.S.



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